27 septiembre 2015


Uno de los discípulos se acercó a su maestro y le preguntó:
-Maestro, me he fijado que usted nunca pierde la calma y la serenidad. Incluso cuando ha habido alguna situación algo tensa con algún alumno. No ha dicho alguna palabra no adecuada, usted no se ha alterado y ha reconducido la situación, ¿cómo lo hace?
-Cuando alguien te ofrece algo que no quieres ¿Lo recibes?
-Por supuesto que no, respondió el discípulo.
-Bien, prosiguió el maestro, si alguien intenta ofenderme o decirme algo desagradable, está ofreciéndome algo. En ese caso se trata de una emoción negativa -enojo o rabia por ejemplo- que puedo decidir aceptar o no aceptar. 
-Si yo me siento ofendido, o me pongo furioso, estaré aceptando "su regalo", y prefiero regalarme paz y serenidad. 
-El enojo de la otra persona pasará, pero yo no lo quiero, no quiero que se quede conmigo porque no me interesa tenerlo. Yo no puedo controlar lo que hay en el corazón de la otra persona, pero de mí depende lo que pongo en el mío. No admitiré emociones negativas.
-Además, si se trata de una persona a la que quiero, y respondo con agresividad, lo único que conseguiré es que los dos nos hiramos, y eso no será bueno.
-Muchacho, prosiguió el maestro, la vida siempre te da la oportunidad de ser feliz o de amargarte. Tú eliges.

2 comments

Sepamos ofrecer lo mejor de nosotros. Bienvenida la crítica, acompañada siempre de la cortesía.