12 septiembre 2016


La vida no podemos medirla en años,
ni en días,
ni tan siquiera en cuartos de hora,
la vida es una sucesión de momentos que en
cadena y en el resplandor de un flash,
nos ilumina al fin de que vayamos
troquelando el camino que conduce
hacia nosotros mismos.

Sí, hasta el momento postrero nos queda
tiempo para escribir una palabra al menos,
sobre el blanco tapiz de la vida.
Y un momento es la salida del sol y el ocaso,
y un momento es la sonrisa de un niño
y el perfume de una flor,
y un momento es el repique de campanas
y el paso de un coche fúnebre,
y un pájaro que canta
y un ser humano que llora,
y un momento es la euforia
y otro la depresión y tristeza...

Sólo vivimos momentos sumergidos en el
vaporoso agridulce que, en definitiva, viene
a ser la vida, pero la vida fluye como los
ríos y nadie puede bañarse dos veces en
la mismo agua.

De ahí que la bebamos a conciencia de
que gota a gota corre sin retorno.
No hay marcha atrás en los momentos.
Tan sólo disponemos de ese maravilloso
momento que, en este mismo instante,
tenemos en nuestras manos.
¿Por qué no vivirlo con la exquisitez
de todo ordenado hacia Dios, hacia lo trascendente?

Mi momento presente, un amanecer de nubes,
el perfume de la hierbabuena en mi maceta,
una ambulancia que pasa...

Mi mejor palabra para acuñar todos
los momentos de mi vida:
AMAR AL PRÓJIMO COMO A UNO MISMO          

1 comments :

Precioso!! Cuanta verdad encierra!
Un abrazo fuerte!

Reply

Sepamos ofrecer lo mejor de nosotros. Bienvenida la crítica, acompañada siempre de la cortesía.