12 octubre 2015


1. No se desgaste en cosas triviales
Si toma unos pocos segundos de su cotidianidad, descubrirá que muchas veces se enoja por asuntos sin trascendencia. Cada circunstancia debe ser medida en su verdadera magnitud, y constituye ayuda para vencer el problema, tal como recomiendan las Escrituras: “No aprovecharán las riquezas en el día de la ira; mas la justicia librará de muerte.”(Proverbios 11:4)
2. Aprenda a controlar sus emociones
Un joven cristiano iba en su moto cuando un auto le cerró el paso. Afortunadamente el muchacho no iba a alta velocidad, pero obviamente cayó y se produjo unas lesiones leves. Preso de la ira, se levantó y con el casco protección, arremetió contra el vehículo. ¿Resultado? No solo tuvo que pagar los daños sino que, además, debió disculparse con el otro conductor.
3. Responda con aplomo
La ira nos lleva a reaccionar, generalmente sin medir el alcance de las palabras. Por esa razón, el rey Salomón recomendó: “La blanda respuesta quita la ira; mas la palabra áspera hace subir el furor.”(Proverbios 15.1)
4. Pase por alto las ofensas
¿Sabía usted que generalmente dimensionamos las cosas sin razón de ser? Le pongo un ejemplo: soy amigo de caminar al mediodía por la Plaza de Caycedo, un lugar céntrico y hermoso de mí amada santiago de Cali. Muy concurrido, además. En cierta ocasión tropecé y caí. Muy dentro pensaba que todos, absolutamente todos, tenían su mirada fija en mí. ¡Tremendo error! Cada quien siguió en lo suyo. Igual con todo lo que ocurre: a veces le damos más importancia de lo que debería.
Lo aconsejable, si alguien nos ofende o busca provocarnos, es pasar por alto sus palabras: “El necio al punto da a conocer su ira; mas el que no hace caso de la injuria es prudente.”(Proverbios 12:16; 16:14; 19:12)
5.  Evite problemas
En un centro comercial alguien gritaba, fuera de casillas: “¿Por qué me miras de esa forma? Dímelo. ¿Quieres problemas?”. El interlocutor respondió con calma: “Disculpe si lo molesté, señor, pero es que tengo estrabismo en los ojos”. El autor del escándalo quedó en ridículo. Se agenció problemas sin razón: “El hombre iracundo promueve contiendas; Mas el que tarda en airarse apacigua la rencilla.”(Proverbios 15:18; 19:19)
6. No asuma como propios los problemas de otros
Es bueno ser sensible al dolor ajeno, pero no el meternos en problemas de otros porque terminamos involucrados, peleando sin razón: “El que pasando se deja llevar de la ira en pleito ajeno es como el que toma al perro por las orejas.”(Proverbios 26:17)
7. No asuma el comportamiento intolerante de otros
“Soy iracundo porque mi padre era así”, me dijo una señora tras descubrir—en una consejería—que su mayor problema eran las reacciones airadas. Hablamos un buen rato y descubrió, que asumir el comportamiento intolerante de su padre, no hacía otra cosa que traerle problemas. Este tema lo abordó el proverbista cuando escribió: “No te entremetas con el iracundo, Ni te acompañes con el hombre de enojos...”(Proverbios 22:24)

Usted tiene su propia personalidad. Asúmala. Sepa que usted y nadie más que usted es responsable por lo que dice o hace.
Fernando Alexis Jiménez

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